Si la carrera de este cineasta pudo superar su fama local se debió a su fascinación por la novela autobiográfica de Reldar Johnsson Mitt live som hund (Mi vida como un perro, 1985), que adaptó y dirigió con enorme éxito. Se trata de una crónica de infancia sumamente personal, en la que la vida de un pequeño pueblo sueco habitado de seres peculiares es vista a través de los ojos de un niño de 12 años (falta cita).
Lo que parecía un terrible acontecimiento, se convertirá en una serie de vivencias inolvidables entre ellas el primer amor. Es una historia realista sobre la llegada a la adolescencia, con escenas verdaderamente maravillosas. Esta triste obra refleja cómo se vive desde la infancia la enfermedad y la muerte. Combina drama con toques de humor. Provoca empatía por ese niño que narra a la cámara (a nosotros), lo que le hubiera gustado contarle a su madre, ya muerta y tan amiga de los libros e historias.
Mi vida como un perro es realmente un cuento bastante desolado sobre un niño a quien deja la madre, por enfermedad mortal, y a cuyo perro, Sickan, se le da muerte mientras él tiene que mudarse a casa de unos parientes del campo, lejos de la ciudad en la que ha crecido. El título del libro y del filme se refiere a la situación de Ingemar, psicológica y existencialmente.
Su fantasía más expresiva está relacionada con el perro ruso Laika, enviado solo al espacio en un sputnik, sin tener voz ni voto en el asunto (tal como a él le ha sucedido). Tales momentos son relatados sobre el fondo del infinito de un cielo azul salpicado de estrellas, ocasiones en que la soledad y la vulnerabilidad de Ingemar adquieren una perspectiva metafísica. En otro nivel, esas tomas pueden ser yuxtapuestas sobre otra viñeta repetida, donde Ingemar cuenta chistes a su madre en una época en que estaba todavía sana y podía reirse.
Es una brillante exploración del universo infantil de la mano del actor Anton Glanzelius. Un niño, Ingmar, que lleva una vida dura, condicionada por la enfermedad de su madre, y que empieza una nueva vida en un pueblo donde descubrirá muchas cosas. Excelentes los comentarios en off que nos sumerjen en los pensamientos del chico. Un grandioso guión, basado en hechos reales y una dirección excepcional, sobretodo de actores, por la que Hallström recibió su primera nominación al Oscar como mejor director (también como mejor guión).
Mi vida como un perro es una película sobre la infancia y el tránsito a la adolescencia en la Suecia rural, aún poco industrializada y que lentamente alejandose de la posguerra. Esta película embellece la cultura sueca y refleja los valores de la sociedad en relación con la sexualidad, los roles de género, intereses deportivos (fútbol y boxeo), el arte y el tratamiento de los animales (mascotas). Un tema importante que se toca es la enseñanza de la sexualidad que se muestra en las interacciones de Ingemar con su tío y otros hombres en la fábrica de vidrio, ya que modelan la conducta masculina tradicional.
El director refleja la sociedad escandinava a finales de los años 50, así como ciertos elementos de los cuentos infantiles de Astrid Lindgren. Lasse Hallström logra el equilibrio del drama de un niño sin sentimentalismos. A pesar de la nostalgia de la niñez se mantiene el drama emocional realista y nunca pretende suavizar o endulzar la trágica experiencia de Ingemar. Con los años 50 allanando el camino para el progreso científico, la película sugiere que la sencillez es un estilo de vida mucho más armonioso.
Más allá de ser un drama basado en hechos reales, Hallström consigue un perfecto equilibrio con la construcción de unos personajes fuera de convencionalismos y situaciones cómicas que consiguen que al término de la película no tengas un nudo en el estómago sino la satisfacción de haber visto buen cine.
Con la candides de la niñez, el pequeño logra ir superando los problemas: conoce a varios niños, entra a un equipo de futbol y conoce las personalidades de otros adultos del pueblo que le van agarrando cariño al saber su historia. Desde la chica más guapa de la fábrica en donde trabajo su tío, hasta un viejo que vive con ellos y hace que el niño le lea catálogos de lencería. Todo esto le da sus toques de comicidad a una película de un tema ciertamente trágico. Combina drama con toques de humor.
Es una brillante exploración del universo infantil de la mano del actor Anton Glanzelius. Un niño, Ingmar, que lleva una vida dura, condicionada por la enfermedad de su madre, y que empieza una nueva vida en un pueblo donde descubrirá muchas cosas. Excelentes los comentarios en off que nos sumerjen en los pensamientos del chico. Un grandioso guión, basado en hechos reales y una dirección excepcional, sobretodo de actores, por la que Hallström recibió su primera nominación al Oscar como mejor director (también como mejor guión).
Mi vida como un perro es una película sobre la infancia y el tránsito a la adolescencia en la Suecia rural, aún poco industrializada y que lentamente alejandose de la posguerra. Esta película embellece la cultura sueca y refleja los valores de la sociedad en relación con la sexualidad, los roles de género, intereses deportivos (fútbol y boxeo), el arte y el tratamiento de los animales (mascotas). Un tema importante que se toca es la enseñanza de la sexualidad que se muestra en las interacciones de Ingemar con su tío y otros hombres en la fábrica de vidrio, ya que modelan la conducta masculina tradicional.
El director refleja la sociedad escandinava a finales de los años 50, así como ciertos elementos de los cuentos infantiles de Astrid Lindgren. Lasse Hallström logra el equilibrio del drama de un niño sin sentimentalismos. A pesar de la nostalgia de la niñez se mantiene el drama emocional realista y nunca pretende suavizar o endulzar la trágica experiencia de Ingemar. Con los años 50 allanando el camino para el progreso científico, la película sugiere que la sencillez es un estilo de vida mucho más armonioso.
Más allá de ser un drama basado en hechos reales, Hallström consigue un perfecto equilibrio con la construcción de unos personajes fuera de convencionalismos y situaciones cómicas que consiguen que al término de la película no tengas un nudo en el estómago sino la satisfacción de haber visto buen cine.
Con la candides de la niñez, el pequeño logra ir superando los problemas: conoce a varios niños, entra a un equipo de futbol y conoce las personalidades de otros adultos del pueblo que le van agarrando cariño al saber su historia. Desde la chica más guapa de la fábrica en donde trabajo su tío, hasta un viejo que vive con ellos y hace que el niño le lea catálogos de lencería. Todo esto le da sus toques de comicidad a una película de un tema ciertamente trágico. Combina drama con toques de humor.
El actor que interpreta a Ingemar, Anton Glanzelius, es sencillamente genial ofrece una de las mejors actuaciones infantiles que se han dado en el cine, extraordinariamente complejas y carente de la sobreactuación tan típica en actores infantiles. Su logro se debe en gran parte a la magnífica dirección de Hallström. La sonrisa dolida que se extiende por su rostro mientras visitaba a su madre en su lecho de muerte es absolutamente desgarradora, mientras que sus sentimientos encontrados hacia la potencial novia Saba (una igualmente sublime Melinda Kinnaman) se transmiten sin una sola expresión amanerada. Saba es una chica poco femenina que quiere boxear con los chicos y que "oculta" su identidad (se venda los senos). Sin embargo, como cada subtrama en la película, esta historia de amor no sigue un camino de fórmulas , y en su lugar nos presenta una historia llena de la confusión y angustia típica de los niños de su edad. Lástima que este pequeño actor danés jamás volviera a la interpretación. Ahora es propietario del mayor canal de televisión sueca, TV4.
Hallström usa la narración en forma similar a Terrence Malick. Las palabras a menudo no se relacionan con la imagen en un sentido literal, sino en gran medida se usan para la textura emocional, psicológica y temática de cada escena.
Título original: Mitt Liv Som Hund
País: Suecia
Año: 1985
Duración: 101 mins
Director: Lasse Hallström
Guión: Lasse Hallström basada en la novela autobiográfica de Reidar Jönsson
Director de Fotografía: Rolf Persson
Música: Bjorn Isfalt
Actores principales: Anton Glanzelius, Manfred Serner, Anki Liden, Tomas von Bromssen, Melinda Kinnaman, Kicki Rundgren, Lennart Hjulström, Ing-Marie Carlsson, Leif Ericson
Productora: Svensk Filmindustri / Film-Teknik
Distribución: AB Svensk Filmindustri
PREMIOS
1987: 2 nominaciones al Oscar: Mejor director y guión adaptado
1987: Globos de oro: Mejor película de habla no inglesa
1987: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera
1985: Premios Guldbagge (Suecia): Mejor película y actor (Anton Glanzelius)
1987: BAFTA: Nominada Mejor película en habla no inglesa
Mi vida como un perro (inglés) se exhibió en otros países con el título de El año del arco iris
Lasse Hallström también ha dirigido otras comedias románticas como Algo de que hablar (1995), Chocolat (2000), Casanova (2005).
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