martes, 3 de febrero de 2015

O toi que j'eusse aimée (José Emilio Pacheco)


Y ahora una digresión Consideremos
esa variante del amor que nunca
puede llamarse amor

Son aislados instantes sin futuro

En la ciudad donde estaré tres días
nos encontramos
Hablamos cien palabras

Pero un brillo en los ojos un silencio
o el roce de las manos que se despiden
prende la luz de la imaginación

Sin motivo ni causa uno supone
que llegó pronto o tarde
y se duele
["no habernos conocido..."]

E involuntariamente
ocupas tu fiel nicho
en un célibe harén de sombras y humo

Intocable
incorruptible al yugo del amor
viva en lo que llamó De Rougemont
la posesión por pérdida.



Poema publicado en Los grandes de la poesía moderna. Poetas mexicanos/vol.2. Material de lectura, UNAM. México, 1984. (pág. 33).


Un verso de Baudelaire le sirve al poeta mexicano José Emilio Pacheco para titular uno de los poemas de amor más pasmados de nuestra lengua, con lo que el tono y el tema son uno. Lo particular del poema del mexicano es la música, entre la alteración y la resignación, pasmada, se ha dicho, como los cortos amores actuales. El verso original de Baudelaire corresponde a un tema similar: el amor que se ve en una transeúnte y se pierde para siempre. Es de su poema À Une Passante, y el inmortal verso completo dice: ô toi que j'eusse aimée ô toi qui le savais (¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!). Este texto y el poema de Baudelaire fueron tomados de Descabellos

A una transeúnte/À Une Passante (Charles Baudelaire)

La calle atronadora aullaba en torno mío.
Alta, esbelta, enlutada, con un dolor de reina
Una dama pasó, que con gesto fastuoso
Recogía, oscilantes, las vueltas de sus velos,

Agilísima y noble, con dos piernas marmóreas.
De súbito bebí, con crispación de loco.
Y en su mirada lívida, centro de mil tomados,
El placer que aniquila, la miel paralizante.

Un relámpago. Noche. Fugitiva belleza
Cuya mirada me hizo, de un golpe, renacer.
¿Salvo en la eternidad, no he de verte jamás?

¡En todo caso lejos, ya tarde, tal vez nunca!
Que no sé a dónde huiste, ni sospechas mi ruta,
¡Tú a quien hubiese amado. Oh tú, que lo supiste!


lunes, 2 de febrero de 2015

Intermezzo lírico (Heinrich Heine)


Heinrich Heine

(Düsseldorf, 1797 - París, 1856) Poeta prusiano. De origen judío, estudió literatura, derecho y filosofía en Bonn y Berlín; entre sus profesores y amistades se contaron Schlegel y Hegel.

Lyrisches Intermezzo,1823





Preludio

Es en el antiguo bosque,
Es en la selva encantada;
Se respira, el grato aroma
Que la flor del tilo exhala,
Y fulgor maravilloso
De la luna solitaria,
Mi corazón va llenando
De delicias olvidadas.
Andando voy, y a mi paso
El aire rompe su calma:
Es el ruiseñor que amores
Y penas de amores canta.
Canta el amor y sus penas,
Sus delicias y sus lágrimas;
Y llora tan tristemente,
Gíme con dulzura tanta,
Que mil sueños olvidados,
En mí mente se levantan.
Sigo andando, y en un claro
De la selva abandonada,
Ante mí miro un castillo
Que alza sus viejas murallas.
Cerradas miré las rejas,
Todo era tristeza y calma;
Creí que tras de los muros
Sólo la muerte habitaba.


IX

Soportar no puede el loto
Del sol los claros fulgores,
Y con la frente inclinada
Soñando espera la noche.
La luna, que es su adorada
Lo despierta con sus rayos,
Y él descubre ante sus besos
Su semblante perfumado.
Y la mira y se enrojece,
Y se eleva ante la brisa,
Y llora y gime de amores
Agonizante de dicha.



XXXV
Un joven ama a una niña
Que de otro ansía el amor,
Pero éste se une con otra
En quien cifra su ilusión.
Con cualquiera se une entonces
La olvidada, en su rencor,
Y la pena hiere el pecho
Del que primero la amó.
Vieja historia que renace
Del mundo entre el ronco hervor,
Y que a aquel a quien sucede
Le destroza el corazón.


domingo, 1 de febrero de 2015

Cantos de angustia (Poesía Náhuatl)

¿Vamos a dejar destruido el placer?
cuando nos hayamos ido de aquí,
¿será amiga la alegría de nuestras flores?
¡Gocemos ahora!
Ahora están alegres nuestros corazones,
oh amigos, tenemos que irnos:
¡Gocemos ahora!

¿Quién sabe esto ahora?
Mañana o pasado tenemos que irnos,
y aunque esto suceda, tengamos presente:
¿Es que acaso en verdad hemos venido a vivir?
Oh tú, que estás cerca, o tú que estás junto,
tú eres nuestro amigo:
y tú te hastiarás de tener placer,
te hastiarás en la tierra
donde te elevamos el canto,
¿no lo piensan nuestros corazones?
El dador de la vida se cansará, se sentirá hastiado,
y nos ha de destruir:
¿no lo piensan vuestros corazones?
Solo hemos venido a hacer cantos en la tierra,
a conocernos unos a los otros en el sitio de los tambores,
¡tú eres nuestro amigo:
y nada tendrá su éxito,
y nada ha de perecer en la tierra!




Codex Borbonicus. Musico-poeta-cantante
Cantos de angustia, primera serie (fragmento)

Pertenecen al género Icnocuicatl. Es todo lo que lleva al alma a una esfera que no es la alegría del momento, sino que hace que entre a un campo de pensamiento que trasciende a lo común. Es la razón de ver en estos poemas la base de una incipiente especulación filosófica acerca de los enigmas del universo y de la vida humana.

Poesía Náhuatl
Cantares mexicanos.
Manuscrito de la Biblioteca Nacional
Paleografía, versión, introducción, notas y apéndice de Angel María Garibay K.
Editorial UNAM, Primera reimpresión, México 2000.
(tomo II pgs xii, 45 y 46)