martes, 18 de marzo de 2014

2. La tecnología de lo bello

Betsabé (1485)
Pintor Hans Memling (1440-1494)
Bellos son, en efecto, los senos que sobresalen poco y son módicamente abultados, contenidos pero no comprimidos, sujetos suavemente y no agitándose en libertad
    
Hugo de Fouilloi (1100-1174)



Existe un conocimiento médico sustancial creciente sobre el hecho de que estas deformidades (senos pequeños) son realmente una enfermedad que da lugar en la mujer a sentimientos de deficiencia e inferioridad, falta de auto-estima, la distorsión de la imagen corporal, y la ausencia total de bienestar debido a una carencia de feminidad percibida por la paciente. El aumento de la mama subdesarrollada es muy necesario para garantizar la calidad de vida de la paciente.

Ex-presidente de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica y Reconstructiva (ASPRS).




Durante siglos los artistas, los poetas, los novelistas han sido los encargados de definir lo que consideraban bello y nos han dejado ejemplos. Sin embargo, la estrecha relación de lo bello con el arte es una idea moderna. Aunque algunas teorías estéticas modernas sólo reconocen la belleza en el arte, subestimando la belleza de la naturaleza, en otros períodos ha ocurrido lo contrario: la belleza era una cualidad de los elementos de la naturaleza, en tanto la única función del arte era hacer bien las cosas (que fueran útiles para la finalidad asignada). (Eco, U. Historia de la Belleza)

Desde el primer cuarto del siglo XX, los medios masivos de comunicación, sobre todos los visuales, jugaron un papel fundamental como canales de difusión idóneos para los valores plásticos, primero la fotografía y luego el cine fueron potenciando el poder de la imagen. Al permitir su copia y su movilidad, hicieron posible también que el icono se introdujera poco a poco en la vida privada, y favorecieron una interacción más íntima, continua y masiva con los cánones corporales que la que se daba cuando éstos se plasmaban en el arte.

Sirviéndose de la naturaleza plástica y de la capacidad de traspasar la intimidad de los medios de comunicación modernos, y del potencial de venta de la estética (del cuerpo), la publicidad comenzó a "democratizar" la belleza física (como antes había hecho la religión con la belleza moral o espiritual) al suscitar el anhelo y ofrecer las recetas para la consecución de un físico perfecto a todas las clases (incluso las menos privilegiadas). La belleza física comenzó a presentarse no ya como un medio, sino como uno de los fines de la realización personal. A partir de mediados del siglo XX, el ciudadano occidental comenzó a trasladar su búsqueda de perfección personal del contenido al continente.

De la misma manera que en la cultura espiritualista la religión definía las recetas y las guías para salvar el alma, en la sociedad de las representaciones los medios son forjadores, exegetas y garantes de los cánones estéticos, y propagan las fórmulas y guías para preservar un físico deseable. Asimismo, definen este físico deseable de acuerdo a criterios terapéuticos de tipo psicológico, más que físico. La publicidad, la información y la ficción muestran inevitablemente imágenes personales cargadas de connotaciones conductuales, morales y sociales.

El cuerpo ideal es en definitiva el artificialmente natural: aquel en el que se invierte. En este contexto, han creado la necesidad de purificar, aseptizar, eugenizar, conservar, inodorar, estirar, decolorar, depilar, en una palabra culturizar el organismo en estado bruto. Este discurso mediático ha ido calando con más fuerza y ha fomentado el espejismo de que se puede desvincular a nuestro organismo de sus funciones gestáltica, orgánica y biológica, si invertimos en recetas mágicas.



Pamela Anderson (1967) actríz y modelo canadiense.


A partir de los trasplantes de órganos surge la idea de que las partes de nuestro cuerpo que no funcionen se pueden cambiar. Un buen cuerpo, si se cuida y se restaura, aguanta casi infinitamente (igual que un buen coche) y si una pieza no responde (o no agrada), se puede sustituir. A partir de estas ideas y a través de los medios, se ha exagerado la inocuidad de la cirugía, llegando incluso a frivolizarla y convirtiendo a la cirugía plástica en una marca de clase en detrimento de su finalidad terapéutica. En efecto, el salto continuado (desde los 80) en las agendas mediáticas de personajes públicos que, con ayuda de su bolsillo y de sus médicos han logrado cambiar su complexión, su fisonomía e incluso color ha hecho que la cirugía plástica se asimile socialmente con glamour, y dinero. (Martín Llaguno, M., La tiranía de la apariencia en la sociedad de las representaciones)

Asimsmo, la medicina se ha encargado de definir lo sano y lo deforme quedando ambos asociados al binomio belleza-fealdad. De donde se desprende que lo que no es bello no es sano, sin tomar en consideración que ambas cualidades son distintas. Lo bello no siempre es lo sano, ni lo feo es enfermo. Uno de los ejemplos extremos de este fenómeno lo encontramos en el discurso de la deformidad implícito en las cirugías estéticas donde la enfermedad (social) terminal que se padece es fealdad y su única cura es el escalpelo. A tal punto han llegado en los EUA que la Asociación Americana de Cirugía Plástica y Reconstructiva (ASPRS -por sus siglas en inglés-) ha declarado la enfermedad de los "senos pequeños" que produce mujeres estresadas por el tamaño de sus senos lo que genera que hagan sus vidas y las de sus maridos e hijos miserables debido a los conflictos psicológicos que su padecimiento le produce. Así que el diagnóstico con el cual "justifican" la intervención quirúrgica (que carace de fundamentos médicos reales) es enfermedad psicológica debida a un sensación de femineidad incompleta o dañada, o algo así (psychological disease over impaired sense of femininity). De esta forma los ciruganos plásticos se erigen en sanadores psicológicos de la persona que se percibe con alguna deformidad física. El sufrimiento está en la mente no en el cuerpo.

Esta es otra forma como el sistema androcéntrico domina a la mujer. La industria de la cosmetología y la belleza son los medios modernos de sujeción y control social de la mujer "emancipada" que gasta gran parte de sus ganancias en productos para la belleza, en ropa de moda y en mantener una imagen dictada desde el complejo industrial de la belleza-moda-medicina. Imagen inaccesible y fuente de constante frustración.

El texto que les recomiendo es un estudio sobre los implantes de senos en los EUA y las impresionantes ganancias de dicha industria, así como el método de dominación sutil que hay detrás de dicha industria y de la imposibilidad de lograr satisfacción con el cuerpo propio en algún momento.

Coco, Linda: Silicone Breast Implants in America: A Choice of the Official Breast? En: Kroeber Anthropological Society Papers. Vol. 92, pags 23-57.

También pueden darse una vuelta por el Laser Vaginal Rejuvenation Institute of Los Angeles donde encontrarán un diseñador de vaginas que les dirá cómo es una vagina normal y al equipo médico que les hará felíz con su nueva vagina normal, lo que sea que eso signifique para esta industria.

Pueden, si tienen el dinero, planear sus siguientes vacaciones haciendo un Makeover travel en Brasil o Argentina. Les cambian desde el cabello, la cara, el cuerpo, la ropa y, según ésto, hasta la vida (no lo dudo).



Las Barbies (muñecas) humanas Valeria Lukyanova (1985) y Olga Dominica Oleynik(1990).
Ambas nacidas en Odessa Ucrania.

Y si estas chicas les gustaron pueden visitarlas en http://www.humanbarbie.org/

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